Viajar enciende la chispa creativa y puede traer ideas geniales. Cada una de estas historias une geografía con genialidad. Desde un coche en Portugal hasta templos en la India, pasando por las calles de Tokio o un vuelo transoceánico. Paul McCartney, por ejemplo, estaba de vacaciones con Jane Asher en Portugal en 1965 cuando, en medio de un largo y caluroso viaje por carretera, sintió nacer en su mente la letra de “Yesterday”. Lo que empezó como un pedazo de inspiración viajera terminó en uno de los temas más icónicos del siglo XX, demostrando que a veces basta con perderse en el paisaje para encontrarse con una bella melodía.
Ruth Handler, cofundadora de Mattel, vivió algo similar en 1956. De viaje familiar por Suiza descubrió en una vitrina la muñeca ‘Bild Lilli’. Fascinada, compró varias y regresó a EE. UU. con la idea de reinventarla. Tres años después nacía Barbie en 1959, una creación que transformó la industria del juguete y estableció un nuevo estándar estético. Su viaje europeo fue la semilla de un negocio global que ha inspirado a generaciones de niñas a imaginar cualquier futuro.
En la cúspide de Silicon Valley, Steve Jobs viajó a la India en 1974 en busca de un maestro espiritual. Pasó varias noches en el remoto templo Kainchi Dham meditando, y al volver a Occidente le brotaron miles de ideas de negocio. Ese despertar místico fue la mecha que encendió Apple: tomó visión filosófica, la combinó con tecnología y fundó la compañía que cambiaría el mundo. Veinte años más tarde, otro soñador tecnológico siguió sus pasos: Mark Zuckerberg, en 2015, visitó el mismo templo hindú por sugerencia de Jobs. Tras aquel retiro espiritual redefinió Facebook, enfocándola en “conectar a personas de todo el mundo”.
En 1962, un joven corredor de Stanford buscaba cambiar otro mercado global. Phil Knight viajó a Japón y visitó la fábrica de calzado Onitsuka Tiger. A su regreso fundó Blue Ribbon Sports, la distribuidora de zapatillas que unos años después sería rebautizada como Nike. Ese simple paso por Tokio, terminó dando origen a una de las marcas más poderosas del mundo deportivo. Su viaje marcó el inicio de una revolución en calzado y marketing deportivo, adaptando diseños orientales a atletas occidentales.
De los viajes familiares también surgen innovaciones. La inventora Kavita Shukla visitó de niña a su abuela en la India. Allí aprendió un viejo remedio de hierbas para potabilizar agua. Años más tarde, de vuelta en EE. UU., ese conocimiento la inspiró a crear FreshPaper, un papel infundido con esas especias que hace que frutas y verduras duren 2–4 veces más frescas. Su experiencia en la cocina rural no quedó en anécdota: se convirtió en un producto premiado que combate el desperdicio de alimentos a escala mundial. Un viaje de infancia se tornó así en solución para un problema global.
Incluso en el aire nacen ideas revolucionarias. En 1979 el presidente honorario de Sony, Masaru Ibuka, pedía en un vuelo poder escuchar ópera de forma privada. Quería música portátil “en sus vuelos de negocios”. Ese capricho impulsó a sus ingenieros a modificar un grabador de cintas: nació el Walkman, el icónico reproductor portátil. Lo que era un deseo de viajero se transformó en una revolución en cómo el mundo consume música, cerrando el ruido exterior para abrir el camino a una experiencia personal sin fronteras.
Cada historia muestra que lo extraordinario puede estar al doblar la esquina o al otro lado del mundo. Salir de la rutina, ya sea cruzando fronteras, subiendo montañas o simplemente subiendo a un avión, nos ofrece nuevos sentidos y perspectivas. Y así, entre paisajes distintos, maestros inesperados y culturas diversas, florecen las ideas que cambian nuestra forma de vivir y crear.