Por Camila Castro
La industria de la moda siempre ha estado a la vanguardia de la innovación, adoptando nuevas tecnologías para mejorar la producción, la comunicación y la experiencia del consumidor. Sin embargo, el auge de la inteligencia artificial está llevando esta transformación a un nuevo nivel, desafiando las dinámicas tradicionales del sector y generando preguntas sobre el futuro de la industria. ¿Estamos ante una evolución natural o ante un cambio que podría poner en jaque el papel de diseñadores, fotógrafos y estilistas?
Uno de los ejemplos más recientes de esta revolución es H&M, que ha dado un paso audaz al crear 30 réplicas digitales de modelos reales. En colaboración con las agencias y las propias modelos, la marca desarrollará estos gemelos digitales que serán utilizados en sus campañas publicitarias y compartidos en redes sociales. A diferencia de otras iniciativas donde los modelos no tienen control sobre su propia imagen, en este caso H&M les otorga el control sobre su imagen digital, permitiéndoles licenciar sus avatares a otras marcas, incluso a sus competidores. La empresa insiste en que esto no es una sustitución, sino una forma de integración y colaboración con la IA. Sin embargo, esta decisión plantea interrogantes sobre las implicaciones más amplias para la industria.
Para las modelos, esta tecnología representa una oportunidad completamente nueva. En un mundo donde la presencia digital es clave, la posibilidad de multiplicar su imagen y generar ingresos pasivos con licencias puede ser revolucionaria. Pero, ¿qué sucede con los demás profesionales involucrados en la producción de campañas? Si una imagen de una modelo puede generarse de manera digital con distintos escenarios, atuendos y poses, ¿dónde quedan los fotógrafos, maquilladores, estilistas y todas las personas trabajando detrás de cada producción? La moda no es solo la ropa o la imagen de una modelo; es la colaboración de múltiples talentos que trabajan juntos para dar vida a una visión creativa.
La IA también plantea desafíos en términos de autenticidad. La moda siempre ha sido una forma de expresión y comunicación, y la interacción humana en el proceso creativo es fundamental. Si las campañas empiezan a depender en gran medida de imágenes generadas por IA, podríamos estar ante un escenario donde la moda pierde su capacidad de capturar el espíritu del momento y la individualidad de quienes la crean y la visten. ¿Cómo afectará esto la percepción del consumidor? ¿Estamos dispuestos a aceptar una moda sin imperfecciones, sin espontaneidad, sin humanidad?
El impacto de la inteligencia artificial en la moda no se limita a las campañas publicitarias. Marcas y diseñadores ya están explorando el uso de algoritmos para predecir tendencias, personalizar experiencias de compra y optimizar la producción. Esto puede traer beneficios innegables, como la reducción de desperdicios y la mejora en la eficiencia de los procesos. Sin embargo, también nos enfrentamos a un dilema ético: ¿hasta qué punto la automatización puede reemplazar el talento humano sin comprometer la esencia de la industria?
En este punto de la historia, la IA en la moda es un arma de doble filo. Puede democratizar el acceso a herramientas creativas, pero también puede desplazar a profesionales que han dedicado su vida a la industria.
Quizás la clave esté en encontrar un equilibrio. Si la inteligencia artificial se usa para potenciar la creatividad en lugar de suplantarla, si se convierte en una herramienta para amplificar la visión de los diseñadores y creadores en lugar de reemplazarlos, entonces podríamos estar ante una nueva era verdaderamente emocionante para la moda. Sin embargo, si la tecnología se usa solo para reducir costos y maximizar ganancias, la industria corre el riesgo de perder aquello que la hace única: su alma.
La pregunta sigue en el aire: ¿es la inteligencia artificial el futuro inevitable de la moda, o estamos jugando con fuego?