Por Leidy Vargas
Hace 11 años, tenía 14 años cuando One Direction vino a Colombia por primera y única vez. Era 25 de abril de 2014 y yo llevaba varios años siendo fan. Los descubrí cuando tenía 12, poco después de que la banda surgiera en 2010 en el programa The X Factor. Desde entonces, me gustaron no solo por su música, sino por todo lo que representaban en esa etapa de mi vida.
Cuando anunciaron que vendrían al país, la emoción fue inmensa, para muchas fans de mi edad era un sueño hecho realidad, aunque me moría de ganas por estar ahí, no pude ir. En mi caso no fue tanto por dinero, sino porque mis papás no me dieron permiso, les preocupaba que un concierto fuera peligroso para una niña tan pequeña. Yo nunca entendí su punto de vista. Me dolió perder la oportunidad de ver a la banda que me había acompañado en mi adolescencia. Lloré mucho, porque una parte de mí sentía que no iba a haber una segunda oportunidad.
Y, tristemente tenía razón.
Al año siguiente, en 2015, Zayn dejó la banda y poco después, One Direction anunció una pausa indefinida. Aunque oficialmente nunca dijeron que se separaban, para los fans fue claro que el sueño se había roto. Aún así, muchos conservamos la esperanza de que algún día regresaran, quizás ya adultos, pudiendo pagar nuestra entrada y vivir lo que no pudimos vivir cuando éramos niños.
Desde entonces he seguido las carreras solistas de todos. He podido ir a los conciertos de Harry, Niall y Louis. Me hacía ilusión completar esa lista con Liam y con Zayn. Pero en 2024, esa posibilidad también desapareció. Liam falleció en Buenos Aires, justo unos días después del concierto de Niall en Bogotá, al que yo asistí. Recibir esa noticia fue devastador porque aunque ya no estaban juntos como banda, para mí One Direction seguía siendo una parte importante de mi vida.
Después de eso, algo cambió en mí, sentí que ya no quería volver a perder la oportunidad de ver a un artista que amo. Por eso, desde hace un tiempo, intento ir a todos los conciertos posibles. Me da miedo dejar pasar el momento, como me pasó con One Direction y que después sea demasiado tarde. No quiero quedarme con esa sensación de “hubiese ido”.
Y aunque esta historia tiene que ver con mi relación con One Direction, sé que no soy la única. Muchísimas personas han sentido algo parecido con otros artistas. Perderse un concierto por cualquier razón y luego ver que ya no hay forma de vivirlo deja una sensación difícil de explicar. Se convierte en una especie de duelo silencioso que cargamos por dentro.
Esta columna es sobre eso: sobre crecer con una banda, sobre las ilusiones que uno guarda por años, y sobre cómo hacer las paces con lo que no fue, porque a veces las pérdidas no se sienten como tragedias, pero igual dejan huella. En mi caso, perderme ese concierto fue una de ellas.
Ojalá cada vez más personas puedan tener la oportunidad de ver a sus artistas favoritos y que no tengamos que vivir con la tristeza de haber dejado pasar el momento.